Es un poema escrito en junio de 1972, dedicado a
Juan Cervera por el poeta Juan Rejano. Este soneto es acontecer de pureza y finitud de
la rosa emergente con la eternidad del rosal, así como el poeta y el hombre, que para tanta poesía los poetas, y para tantos hombres la existencia que es la semilla repetida y
única, discontinua y heredada de la vida.
Dicho
con rosas
La
gala del rosal, ayer erguida
y alta en su
tallo, ahora se deshoja;
pero
otra nace ya, tan blanca o roja,
y no
menos en trance de partida.
Es tan fiel copia la recién nacida
de
la que languidece, que se antoja
que son la misma flor hoja por hoja,
sangre
las dos o nieve desvalida.
Y
heredándose perlas a corales
siempre la muerte quedará brindada
al
paso de las rosas inmortales
Ay, pero este morir es de otro modo,
rosa
ideal, belleza entresoñada,
porque
soy uno y moriré del todo.
Para
Juan Cervera,
con
todo el cariño, y
en la complicidad poética.
Junio,
1972.
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