domingo, 11 de octubre de 2015

La poesía

La poesía está viva y más que viva,
camina por las calles, se sube a los tranvías
y viaja en el metro y en barco y avión.
Llora en los tanatorios, sufre en los hospitales,
sueña en los cementerios y silba en los cipreses;
sale al campo y se tiende en la yerba,
nunca es alambicada ni le busca las tres patas al gato.
Va la poesía a la escuela y salta y juega al fútbol en el recreo.
La poesía casi nunca está en los  libros que llaman de poesía.
No es propiedad de nadie y menos de eruditos,
y aquellos que presumen de poetas
o se jactan de ser críticos literarios.
No está en las academias. No está en las bibliotecas.
La poesía es la poesía y habla  con los borrachos y  las putas
en las esquinas de las  calles sucias  de los barrios bajos
y canta con las nubes y la lluvia.
La poesía es la vida y huele en la mañana a pan tostado
y en la noche sabe a sueños niños.
La poesía es como Dios y está en todas partes,
aunque pocos la ven y aún menos la escuchan.
La poesía te digo anduvo esta mañana 
conmigo en el café  y  nadie lo advirtió,
porque así es la poesía y es como es y es ella
y así ha sido siempre y siempre será así.

JUAN CERVERA SANCHIS Y GIMENEZ Y RUEDA

Lora del Río, 5 Octubre 2015

domingo, 30 de agosto de 2015

Hora

Va siendo horade irse,
hora va siendo ya
de sacar los pañuelos
y agitarlos y escribir en el aire
el adiós decisivo,
ese último adiós,
ese adiós último
de todos los adioses.
Hora, hora va siendo
de esa bendita hora
del encuentro absoluto
con el gran absoluto,
donde por fin saldamos
el total del total de todas nuestras deudas.
Hora va siendo de irse,
la gran hora está cerca
y no hay mejor hora que esta hora,
y te aseguro yo
que la belleza existe,
que la poesía te espera
y el amor te sonríe,
ya te está sonriendo.
Va siendo hora de irse,
alegría, alegría, alegría,
que de llorar no es hora.

JUAN CERVERA SANCHIS Y JIMENEZ Y RUEDA.
De: PALABRAS MAYORES 2016.

Burla

Si no me suicidé ayer,
¿por qué lo voy a hacer hoy?
Viviré, por lo pronto viviré
y mañana Dios dirá
y diré yo y yo diré.
Diré yo lo que yo diga,
o tal vez me callaré
y pare usted de contar
que ya yo le contaré.
Si no me suicidé hoy
y mucho menos ayer,
dime tú. Sí, dime tú:
¿Dime por qué
me voy a suicidar yo?
Sí, sí, si, ¿dime porqué
mañana si sigo vivo?
Viviré, te digo que viviré,
seguiré viviendo yo.
¿Tú? No sé, pero yo,
yo seguiré viviendo, sí,
y seguiré y seguiré
burla que burla cantando
y bailando y sonriendo,
como ayer, ¡como ayer!

JUAN CERVERA SANCHIS Y GIMENEZ Y RUEDA.
2015

jueves, 20 de agosto de 2015

¿Será?

No sé.
Quizás
Tal vez.
Luego.
Antes.
Después.
Quién sabe.
Ando flotando
en nubes 
sin memoria.
Ni vengo.
Ni estoy.
Ni voy.
Todo es azul celeste.
¿Será esto estar muerto?
¡¡¡¡Ah qué felicidad!!!!

JUAN CERVERA SANCHIS Y GIMENEZ Y RUEDA
De: TIEMPO SIN TIEMPO.
¿SIGLO XXXX?

martes, 28 de julio de 2015

La sed

La sed me habla del agua de tu vida,
que era un río sonriente, que era una lluvia dulce,
que era una fuente clara, que era un mar misterioso,
que era un alto y luminoso cielo, que era una blanca nube,
que era un pequeño vaso de cristal
en donde yo bebía sorbo a sorbo
y sentía, sentir maravillado,
que me embriagaba de belleza y de gracia y de Dios.
La sed me habla de ti, ¡oh agua de mi vida!,
y me muero de sed y me falta tu agua
y me falta tu río y me falta tu lluvia
y me falta tu fuente y me falta tu mar
y me falta tu cielo y me falta tu nube
y me falta tu pequeño y amado vaso de cristal.

JUAN CERVERA SANCHIS Y GIMENEZ Y RUEDA
De: PALABRAS MAYORES 2016

domingo, 26 de julio de 2015

ESTO

Esto de vivir duele,
y duele y duele,
pues no es más que un continuo
y doliente perder.
Siempre estamos perdiendo
y ganando,
y ganando y perdiendo
siempre estamos.
Todo, tal como llega,
al mismo tiempo que llega se nos va,
ser consciente de ello
es tan desconcertante
que no se darle nombre,
pues la verdad-verdad,
en el supuesto caso que realmente exista,
es que no tiene nombre esto de vivir,
esto que duele y duele,
y duele y  duele hasta morir,
si uno es consciente de ello.

JUAN CERVERA  SANCHIS  Y  GIMENEZ Y  RUEDA


De: PALABRAS  MAYORES  2016 

martes, 21 de julio de 2015

SÍ, YO ESTOY LOCO Y BIEN PUEDO INVENTARME A MÍ MISMO

Pues puedo muchas cosas, aunque al ojo borroso de las gentes,
de ciertas y pobres gentes, de esas gentes
que, aunque dueñas del oro y de la plata,
no alcanzarán a entrar en la secreta pulpa del durazno
ni en la carne mollar de la uva mística,
el poeta, ah el poeta, tan sólo pueda huir
por el temblor infín de las palabras;
jugar, jugar, en suma, con su vago rumor
de ansias, para ellos, indecisas
y perderse en su red o cárcel invisible
como si fuera un pez, sólo un pez que agoniza
preso en la celda gris de sus desvelos.
Más eso no es verdad, pues el poeta
‒ que es yerba, pez y ave y, sobretodo, hombre–
es un ser que jamás estuvo solo.
Hay ojos que lo ven y oídos que lo escuchan
y la justicia avanza por la luz de sus labios.

Palabras mayores

Vendrán,
seguro que vendrán
los que han de venir
y habrán de compartir
con nosotros, tú y yo,
la alegría de vivir,
la alegría de amar,
la alegría de cantar
y sentir
que la vida sin poesía
y sin amor,
miseria de miserias,
no es, no ha sido
ni será nunca vida.
Vendrán,
seguro que vendrán,
y seguro que algunos,
¡Vida mía!, ya están
con nosotros aquí.

lunes, 20 de julio de 2015

Palabras mayores

El peregrino,
ya al final del camino
y a solas con Dios,
se mira al espejo de su vida
y pesa gramo a gramo
el peso de sus actos.
El fiel de la balanza
no le permite el engaño más mínimo.
Pide perdón al sol,
perdón le pide al aire
y al agua y a la tierra,
y a la vida le pide perdón, el peregrino,
y habla y habla con Dios y sonríe y canta,
pues sabe que ha llegado a su destino
y, gracias al amor, y a todo lo que fue, y todo lo que es,
será al fin y por fin maravilloso.

jueves, 16 de julio de 2015

Palabras mayores

-himno-
En el principio era la luz,

tú eras en el principio

y era yo en el principio

y éramos con el principio luz.

Luz fuimos, luz somos

y seremos siempre luz,

no obstante estas sombras

que a veces oscurecen nuestras vidas.

La luz es nuestro origen, Dios es luz.

Criaturas somos, sí, criaturas luminosas.

Nadie lo ponga en duda.

Seamos conscientes de ello.

JUAN CERVERA SANCHIS Y GIMENEZ Y RUEDA

miércoles, 15 de julio de 2015

Palabras mayores

ESTE LUGAR

Este lugar, la vida,
donde andamos de paso
y siempre en guerra,
es en verdad de grito
y cuesta arriba,
pero ¡bueno! aquí estamos
y hay que pechar con ello,
de manera que ponle
sus granitos  de amor
si lo quieres hacer más soportable.


JUAN  CERVERA  SANCHIS Y  GIMENEZ Y RUEDA

martes, 14 de julio de 2015

Palabras mayores -inédito-

En mi memoria brilla tu mirada.
Brilla y rebrilla tu fotografía.
Tu brillante presencia, vida mía,
me ilumina de vida iluminada.

Luz de luz eres tú, mi luz amada,
luz de vida radiante de alegría;
candencioso equilibrio y armonía
cariciosa y caricia acariciada.

Ah tu niñez tan niña y cariñosa.
Ah tu cariño niño y luminoso
y niñamente niño enniñecido.

Ah tu mirada niña y amorosa
y aquel silencio tuyo, silencioso,
donde yo veía a Dios embellecido.


JUAN  CERVERA  SANCHÍS Y GIMENEZ Y RUEDA

miércoles, 1 de julio de 2015

A López Velarde (a manera de homenaje)

I
Esto es Ramón, lo que tú no tocabas,
lo que tú no escuchaste, lo que tú no soñabas.
Esto que ven mis ojos en vilo de esperanza.
Esto que todos vemos, pero que nadie alcanza.

La Patria "superficie de maíz
con sus pasos ligeros de perdiz".
Realidad y revuelo de emociones
y cánticos de niños corazones.

II
Porque la Patria vive eternamente
se renueva a dario en la naciente
carne del niño chico que la llena
de esperanza, de amor y de luz buena.

III
Siempre nos sobreviven las ilusión y el deseo,
y tú siendo católico y yo siendo ahora ateo
estamos en la misma encrucijada;
en esta misma hora alucinada
de este "cielo nupcial que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena".

IV
La Patria sigue siendo, al sol de cada día,
un revuelo perenne de poesía.
Cierto que está cambiando percales y abalorios
por hambre de justicia su antigüo y mutilado territorio;
pues ya no se conforma, "al hambre del obús",
con comer sólo higos de aquellos que le daba Felipe de Jesús
y tampoco la Patria quiere ya
vivir tan sólo al día
y de la lotería;
porque la Patria aspira a otro cantar.

V
Su tiempo ya no es tiempo para jugueterías,
para ver cómo pasan lo trenes por las vías.
Que "al triste y al feliz no le dice que sí",
y su lengua repite: "Todos prueben de mí, 
mas no sólo unos pocos porque sí".

VI
La patria ya no quiere ser igual,
y su espejo diario y su dedal
y el hilo del rosario y todo aquello
que tenía paciencia de camello
lo trata de cambiar, de darle un giro
que no se quede en sueño y en suspiro.

VII
La Patria ya no quiere "pupilas de abondono",
sino vivir despierta y a otro tono:
al tono de la vida y al ritmo renaciente
donde el lago de pronto se hace fuente
contra la indiferencia y el olvido
del pulque y el mal sueño ensombrecido
por la inútil desgana "del reloj de la vela"
y la hora de ocio que revuela
rodando los palomos colipavos
mientras caen las campanas cual centavos.

VIII
Ya nada cae del cielo, y la Patria lo sabe.
Sabe la Patria, amigo, que vivir como el ave,
confiando en el grano de los campos ajenos, 
es antipatria y pan oscuro de centeno.
Buen amigo, la Patria no puede permitir que se la                                                                    envuelva
"ni en la más honda música de selva".
Pide que se la sude día a día hasta la cintura
para crecer y ser como el diamante, dura,
y, al igual que el diamante, ser victoriosa y bella
para alumbrarlo todo como una hermosa estrella
y entregarse a sus hijos entregados
a su luz y a su tierra enamorados.

La Patria, buen amigo, es cosa seria
que no quiere vivir al son de la miseria.
Y esto es no más amigo, lo que tú no tocabas,
lo que tú no escuchaste, lo que tú no soñabas.

1971
Juan Cervera




REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO



Ramón López Velarde y las flores

La presencia de las flores en la poesía de López Velarde es una constante. Desde los primeros versos del bardo jerezano se advierte "la visión de los jardines", "el chorro de la fuente" y, por ende, "la blancura de los azahares y nardos".
Cuerpo de nardo dice que es el de su amada y a Cristo lo llama "celeste jardinero".  
Hay en el autor de “La Suave Patria” un gusto voluptuoso por las flores. En “Tu voz profética” canta:

Y nuestro dulce noviazgo
será, Fuensanta, una flor
con un pétalo de enigma
y otro pétalo de amor.

En “Tus ventanas”, esas ventanas que miran al oriente, hay “pájaros y flores”.
En la floral provincia, tan fielmente reflejada en su poesía, tan universal, y siendo a su vez tan entrañablemente provinciana.
López Velarde “y la desmayada ofrenda del perfume/de rosas y claveles”.
Hay, en su visión del mundo, una emoción colorida y floral.
Los rosas de su Jerez natal se advierten en sus versos, en esos versos “a la luz del plenilunio” donde mueren las flores y también renacen en la “complicidad del infortunio,/en el rosal de la vida.”
Mundo de “pupilas llorosas” y “pétalos de esperanza”. Universo de “quimeras y rosas”.
Cantos de primavera en “que florea la eclesiástica unción de la cuaresma”, la intensidad del cielo y la tierra vestida de rosas. Y cabría preguntarse si la rosa es la flor principal en la poesía de López Velarde. Es posible, pero ahí en sus sonoros versos hay también “ramos de claveles” y, con los Viernes de Dolores, “cuando se anuncian ya las flores,” “el altar huele a lirios” y, con las flores, aparecen “las místicas naranjas”.
Bella, muy bella la catolicidad poética de Ramón López Velarde.
Cuanta sensualidad, cuanta poesía vegetal y perfumada en sus versos, escritos para leerse y decirse con deleitación. El poeta nos recuerda que “la corona de espinas, es suave rosa/ que perfuma la frente del amado”.
La insistencia en la rosa es una musical y colorida evidencia en la poesía estremecedora de López Velarde.
No faltan en esta poesía los “jardines soñolientos”, aunque vuelve una y otra vez a “los tiestos florecidos” y, en los tiestos, rosas. Sí, rosas “para ornar la frente de la amada” y muchachas, esas lindas muchachas que se llaman Rosa.
También preguntas que terminan en rosas, como ésta:
“¿Qué fue de aquellas dulces colegas que rieronpara mí, desde un marco de verdor y de rosas?”
Rosas de Zacatecas con la infancia y la adolescencia al fondo. Rosas… y “macetas de claveles”. “Los claveles de una maceta” y “un lúbrico lazo de claveles/ lanzados a cada virginal cintura”.
Se mueve López Velarde entre rosas y claveles, aunque confiesa:
“A medida que vivo ignoro más las cosas:no sé ni porqué encantan las hembras y las rosas.”
Pocas veces hallamos en su poesía las violetas, que él califica de pobres:
“Oculta en pobres hojas de violetas”.Y advertimos otras flores:“Las flores policromasque engalanan los clásicos mantonesde Manila…”
Junto con los adornos de rosas artificiales y pétalos de flores no nombradas.
Y vuelve y vuelve a insistir en “la rosa intacta” y “en la rosa perenne:
“Y pensar que extraviamosla senda milagrosaen que se hubiera abiertonuestra ilusión, como perenne rosa.”
¿Cómo no aspirar a la rosa perenne? Todos aspiramos a lo perenne ante el drama del tránsito inevitable de la vida y las flores.
De súbito nos encontramos en López Velarde con “la flor del paraíso”, esa flor…Vayamos al verso:
“Por débil y pequeña,oh flor de paraíso,cabías en el vérticedel corazón en fiesta que te quiso.”
Y aparecen los lirios: “Mis lirios van muriendo, y me dan pena…”
Flores que nacen y desaparecen. Vidas que nacen y mueren.
¿Serán en sí y por sí las mismas que amasa el Creador agolpes de memoria con la levadura del olvido?
Y entre tiestos, macetas y jardines aparecen en la poesía de Ramón López Velarde:
“Propietarios de huertos y huertas copiosas,regatean las frutas y las rosas.”
¿Qué inexplicable mundo es este donde el poeta sabe del llanto y la risa de las flores?
Quizá nadie lo sepa, o tal vez, sin saber que lo sabemos, todos estamos conscientes de ello, y a nadie escapa, mientras lee la poesía de Ramón López Velarde, el gozo y el sufrimiento del clavel y la rosa ante la mirada de los naranjos en flor, la música del chorro de la fuente y el sentimiento de los azahares y los nardos, al sentirse acariciados por los ardientes rayos del sol y la fragante suavidad de las zalameras brisas.


Por Juan Cervera Sanchis



EVOCACIÓN DE LÓPEZ VELARDE


I
Donde la calle de tu nombre aflora
cual rosal de Jerez, anclé mi nave
aquella media tarde en forma de ave
y en flor de amarillez cautivadora.

"Aquí nació Ramón..." Tu casa otrora
era mía de súbito, y la llave
de su puerta --¡quién sabe por qué sabe!--
sonaba en mi bolsillo. Era la hora

del sentir y del saber, y yo sabía
y sentía, cosa al cabo muy humana
que tu casa, Ramón, era la mía.

Y entré en mi casa antigua --¡tan lejana!--
al entrar en tu casa, donde olía
a presencia de madre provinciana.




II 
Aquella silenciosa caravana
de hormigas por la cal. Los gorriones
aquellos en la tapia. Los balcones
vigilantes. La tarde jerezana

como un árbol sin fin. La voz arcana
y mágica del pozo. Los rincones,
aún con polvo de cuentos y canciones,
y el sueño de tu infancia en la ventana.

Recorría yo tu casa, recorría
aquel párvulo espacio detenido
en tus primeros pasos todavía.

Y el provinciano tiempo, niñecido
--¡dádiva inesperada!--, me envolvía
de recuerdos robados al olvido.


III
Las tiernas guías de la verde parra
del patio de tu casa, como redes,
entretejían de sombras las paredes.
Gemía oculta en el pozo una guitarra.

Y el pámpano más viejo que allí narra
la historia de tu infancia y tus mercedes
me murmuró: "Recuerda que tú puedes,
hormiga economista, ser cigarra".

Mi ánima infantilmente emocionada
sintió que un don antiguo trascendía
de luz niña la luz de mi mirada.

El misterio otra vez me poseía,
daba a mi corazón su gracia alada
y en vástagos de aurora me envolvía.



Jerez. Imagen extraída de México desconocido
IV
Absorto ante los techos de madera
presagiaba el rumor de la polilla,
los leves pasos, flor de zapatilla,
de unos pies maternales por la estera.

Soñé que retornaba a mi primera
infancia de improviso, y una astilla
de nostalgia cruzó la vieja villa
que guardo en mi memoria aceitunera.

Tu casa olía a pan recién sacado
del horno familiar y, viga a viga, 
me conducía al tiempo enamorado

que en mis noches de frío aún me abriga
cuando en la gran ciudad, abandonado,
me duelo de no hallar la mano amiga.