martes, 21 de julio de 2015

SÍ, YO ESTOY LOCO Y BIEN PUEDO INVENTARME A MÍ MISMO

Pues puedo muchas cosas, aunque al ojo borroso de las gentes,
de ciertas y pobres gentes, de esas gentes
que, aunque dueñas del oro y de la plata,
no alcanzarán a entrar en la secreta pulpa del durazno
ni en la carne mollar de la uva mística,
el poeta, ah el poeta, tan sólo pueda huir
por el temblor infín de las palabras;
jugar, jugar, en suma, con su vago rumor
de ansias, para ellos, indecisas
y perderse en su red o cárcel invisible
como si fuera un pez, sólo un pez que agoniza
preso en la celda gris de sus desvelos.
Más eso no es verdad, pues el poeta
‒ que es yerba, pez y ave y, sobretodo, hombre–
es un ser que jamás estuvo solo.
Hay ojos que lo ven y oídos que lo escuchan
y la justicia avanza por la luz de sus labios.

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